Tener amor propio consiste fundamentalmente en dejar a un lado los juicios y las valoraciones. Amarse a uno mismo no tiene que ver con tener una idea o una valoración agradable sobre uno mismo en la cabeza. Quien se ama realmente a sí mismo, o, mejor dicho, quien reconoce el verdadero amor en su interior está en paz y no necesita de juicios, de valoraciones. No es necesario porque el amor en esencia no es un pensamiento y no es una emoción, es un estado interior de aceptación. Si quieres saber más al respecto, puedes leer qué es el amor propio y así tener una mirada más profunda.
La idea de “no ser suficiente” siempre conlleva la creencia de fondo de que algo tengo que cambiar en mí para “ser más” en algún sentido. Cuando considero que tengo que ser más, asumo que no soy suficiente y por lo tanto, que carezco de algo. Es decir, hay algo que no tengo y por lo tanto necesito, y si no lo consigo no “seré” lo suficientemente esto o aquello (lo que sea que se busque conseguir).
Este es un patrón inconsciente que opera en la mayoría de las personas y, por ser un patrón, es que es recurrente en sus vidas. Se manifiesta en distintos grados e incide en las distintas áreas de la vida de las personas. Otra de las maneras en las que se manifiesta este patrón es como inseguridad, puedes leer más al respecto en el artículo sobre la inseguridad personal y sus distintas causas y características.
La creencia de no ser o no tener suficiente conlleva a la “falta de amor propio” porque, aunque puede ser un hecho que no tenga tal cosa, sufrir por ello es una falta de aceptación que genera un conflicto interior. Y, el amor propio en esencia es un estado de aceptación de lo que es, es un estado de paz, de tranquilidad, de bienestar y no de conflicto ni de sufrimiento.
Práctica diaria para recuperar el amor propio
Tener amor propio es, por tanto, un estado de aceptación interior. Y ¿cómo puedo comenzar a fortalecer ese estado en mí?
Primero es importante mencionar que, la aceptación no es resignación ante las circunstancias, es estar en paz y no crear un conflicto interior con las circunstancias, porque eso es lo que genera el sufrimiento. La aceptación no es culparse o lamentarse por lo que ocurrió ni por lo que ocurre en tu vida, sino aceptar que lo que es, es lo que es. Puedes querer cambiar o mejorar tu situación actual, pero aceptando internamente la situación, es decir, no entrando en conflicto con ello. Esa es la base del verdadero amor, la aceptación.
Tanto el amor propio como la falta de amor propio se originan en ti. ¿Qué significa esto? Que la infelicidad o la falta de amor son finalmente estados mentales y todo lo que ocurre en tu vida es una oportunidad para trascender aquello, si te mueves desde la aceptación. De lo contrario, transformarás inconscientemente las situaciones en algo problemático o conflictivo y, por lo tanto, tu vida reflejará aquello.
La aceptación como práctica para el surgimiento del amor
Recuerda que el amor en esencia, no es un gesto o una acción de cariño o afecto, se puede manifestar a través de una acción pero no es la acción. En este sentido, el amor no es una relación, no es estar con determinada persona, se puede experimentar a través de una relación pero no es la relación. Por lo que, no busques el amor en cosas o en personas, reconócelo en ti para que este se exprese hacia las cosas y las personas.
Tener amor, o tener amor propio, es simplemente un estado de aceptación interior, y con la aceptación desaparece el conflicto y surge la tranquilidad interior.
La práctica es sencilla: Observa con atención en tu día a día y reconoce que sentirse a gusto, sentirse en paz no requiere de pensamientos. No necesitas pensar en estar en paz para poder estar en paz, solo necesitas reconocer esa paz, el pensamiento solo es un estorbo. La verdadera paz, el verdadero amor surge cuando se dejan a un lado los pensamientos o las ideas. Y estar continuamente juzgándote, valorándote, comparándote es lo que te quita esa paz.
Creer que no tengo y que necesito amor es precisamente eso, una creencia, una idea por la que te dejas llevar. Deja a un lado esos pensamientos, o, dicho de otro modo, deja de seguir esos pensamientos, deja de alimentarlos y verás que el amor propio surge naturalmente. Surge sin necesidad de conseguir algo, porque el amor en esencia no es algo que consigues, es algo que reconoces en ti mismo.
El amor es un estado interior que surge producto de dejar, precisamente, de buscar el amor. Por ejemplo, cuando dejas de buscar una persona que te complete, que te haga feliz, el amor surge espontáneamente como un estado de calma y de satisfacción. Es por esto que, tener amor propio no consiste en una búsqueda en la que encuentras algo que no tenías, sino que es un reconocimiento de que aquello siempre ha estado en ti.
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Utilizar las situaciones en vez de ser dominado por las situaciones
Entonces, en las actividades cotidianas de tu vida cuando notes la falta de tranquilidad, la crítica, el juicio o la valoración negativa hacia ti mismo, obsérvala. No alimentes aquello, al observar no juzgas y al no juzgar surge la aceptación. No la aceptación de “soy así, qué le voy a hacer”, sino la aceptación de permitir, aceptar que surjan esas ideas pero sin reaccionar a ellas. Cuando aceptas aquello no te apegas a ello, por lo tanto, lo dejas ir. Y así como surge se va.
Como puedes ver, la aceptación es sencillamente no crear un conflicto interior con respecto a lo surge en tu interior y a lo que ocurre en tu vida en este momento. Puede que las circunstancias sean desafiantes y, puedes querer cambiarlas, pero primero acepta y no rechaces lo que es, simplemente porque ya es.
En conclusión
El verdadero amor es un estado de aceptación interior hacia lo que la vida me ofrece en cada momento. Y, paradójicamente, cuando me relaciono desde este estado de aceptación con la vida, ésta se vuelve amistosa, agradable, satisfactoria.
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