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Coaching Mirada Consciente

Aquí encontrarás toda la información relevante sobre el mundo del coaching, y además, diversos artículos orientados al desarrollo personal.

Siempre ha sido importante centrar la mirada en nosotros mismos y principalmente en nuestro interior, ya sea para conectar con nuestros valores y motivaciones, fortalecer la autoestima, desarrollar una mejor gestión emocional, o, fundamentalmente para tener una mejor calidad de vida.

El coaching: una disciplina en crecimiento

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Lo primero que hay que saber del coaching es que es una disciplina nueva y que todavía está en desarrollo, y esto conlleva ciertos inconvenientes.

En la actualidad todavía es complejo hablar de coaching ya que esta disciplina tiene un problema, y el problema que atañe al coaching es un problema de identidad.

La realidad actual de esta disciplina es que carece de una identidad propia que permita definirla de una forma clara.

Y esto es debido a que en el coaching no están del todo establecidos los fundamentos teóricos ni metodológicos, es decir, no hay un real consenso en cuál es la esencia y el origen del coaching y cuál es la finalidad de este.

Esto impide su aplicación de una forma sistematizada, y a su vez, impide su desarrollo y evolución en una dirección definida, lo cual termina mermando su eficacia y seriedad como proceso de ayuda.

Es por esto que, toda esta ambigüedad que hay entorno al coaching no solo da paso a que este carezca de una verdadera identidad, sino también, da paso a que a casi cualquier cosa se le ponga el nombre de coaching.

Por supuesto, la realidad a la que el coaching intenta orientarse es hacia una práctica profesional autónoma con fundamentos científicos, y en la que su aplicación sea coherente con su propia identidad.

Por tanto, teniendo en cuenta el problema de identidad del coaching, es que se hace complejo referirse a este de una forma clara y definida. Por lo que, es importante mencionar que todo lo que se diga de esta disciplina no es algo que esté del todo consensuado ni establecido.

Qué es el coaching

Coaching significa en español entrenamiento, y coach significa entrenador.

Es por esto que al coaching se lo asocia mucho a un entrenamiento que ayuda en el desarrollo personal y profesional, en el desarrollo de recursos, en la consecución de resultados o en alcanzar metas y objetivos definiendo un plan de acción.

También se suele asociar a esta disciplina con la mejora de la comunicación, con la toma de decisiones y la motivación. Pero, también se suele confundir al coaching con la psicología, o, se cree que este es algún tipo de proceso terapéutico, motivacional o de liderazgo.

El asunto es que el coaching carece de una identidad propia y bien definida, por lo que, no hay realmente una verdadera definición o una definición que sea lo suficientemente consensuada.

Sin embargo, el problema no es encontrar una definición, de hecho, definiciones hay muchas. Prácticamente, cada asociación, federación, escuela o coach tiene su propia definición, lo cual mantiene los problemas de identidad.

El problema se encuentra en establecer una definición que sea coherente en un sentido teórico y metodológico. Es decir, que exista una coherencia entre lo que se dice que es coaching y lo que luego se hace en la práctica.

Y a pesar de todo esto, probablemente puede que todavía estés esperando una definición.

Bueno, en términos generales podemos decir que el coaching es un proceso de ayuda no directivo, que le permite a la persona resolver un problema o conseguir un objetivo.

Entonces, ¿en qué consiste el coaching?

Al ser no directivo es un proceso autodirigido por la propia persona (cliente o coachee), es decir, es ella la que en todo momento define el rumbo que sigue el proceso de coaching. Y el coach acompaña a sus clientes en ese proceso.

La ayuda del coach consiste en facilitar a la persona un espacio de auto reflexión y autodescubrimiento, y en esto se sustenta esencialmente la metodología del coaching. Ayudar a la persona a que genere su propio conocimiento, su propio saber, mediante una conversación introspectiva, basada principalmente en preguntas. Aquí puedes conocer más sobre lo que es y lo que hace un coach.

Como comentaba, el problema no está en dar una definición o un significado del coaching, sino que exista una verdadera coherencia y un fundamento en ello. Porque, el coaching es fundamentalmente un proceso de acompañamiento (por eso es no directivo), no es un proceso de guía, orientación o instrucción.

Sin embargo, en la práctica esta disciplina tiene un grado importante de directividad, es decir, el coach trasmite algún tipo de conocimiento, información y emite juicios, o, directamente, le dice qué hacer a la persona.

¿Qué es el acompañamiento?

El acompañamiento es lo contrario a la directividad, a la guía, a la orientación o a la instrucción.

Como el nombre lo dice, consiste en ir junto a la persona, ir a su lado ayudándola (mediante preguntas) a reflexionar y descubrir, por sí misma, los recursos que tiene para mejorar o cambiar su situación.

Entonces, si el coaching es una disciplina esencialmente no directiva:

¿cómo puede el coach ayudar a una persona sin decirle qué hacer?

La respuesta es, mediante un acompañamiento, es decir, mediante un proceso de acompañamiento reflexivo en el que la persona va descubriendo por sí misma. Y la herramienta fundamental del coach para llevar a la práctica este acompañamiento son las preguntas. Este es un factor fundamental del aspecto metodológico del coaching.

De esta manera, en vez de decirle a su cliente qué tiene que hacer, el coach acompaña al cliente y se lo pregunta, para que este lo descubra por sí mismo. Es decir, el coach deja de lado sus juicios y su propia experiencia sobre lo que es “mejor” o más “adecuado” para la persona y, simplemente, le da el espacio para que esta utilice sus propios criterios, recursos y experiencia.

El acompañamiento permite que el coach sea más bien como un “espejo” que refleja la propia mirada que tiene la persona sobre su situación. De esta manera, el coach no interfiere en el proceso de toma de conciencia de su cliente o coachee, sino que lo facilita y lo fomenta.

Las competencias del coaching

Al tener el coaching un problema de identidad o una ambigüedad significativa en sus bases, esto incide en todo lo demás. Es decir, hay una confusión cuando queremos definir lo que es, y también cuando queremos definir cómo se hace coaching en la práctica.

Las competencias del coaching hacen referencia básicamente las habilidades del coach, y en la actualidad son las habilidades que este necesita desarrollar para ejercer adecuadamente la práctica del coaching. Ya sea que se haga un coaching empresarial o un coaching ejecutivo, o, que se haga un coaching personal a una persona particular, las competencias básicas que se requieren son las mismas.

Entonces cuando hablamos de las competencias del coaching, que tiene que ver con cómo se hace coaching, nos encontramos principalmente con el modelo competencial de la ICF.

Según la International Coach Federation (ICF), una de las federaciones más conocidas a nivel mundial, actualmente las competencias del coaching son 8 y se agrupan en cuatro grupos principales:

A. Principios

B. Co-creando la relación de coaching

C. Comunicación efectiva

D. Cultivar el aprendizaje y el crecimiento

Todas estas competencias tienen el mismo grado de importancia y prioridad. Y según la ICF son habilidades que es necesario que estén presentes en cualquier coach para considerársele competente en la práctica del coaching.

Por ejemplo, una de esas competencias es el “acuerdo de coaching” (dentro del punto B). El acuerdo de coaching hace referencia al marco y a los parámetros en los que se va a desarrollar la relación y el proceso de coaching.

Dentro de este acuerdo de coaching se establecen principalmente los términos éticos, los términos logísticos y los términos relativos a la relación con el cliente.

Es importante mencionar que, a pesar de que el coaching tiene unas competencias definidas, estas no son realmente propias ni distintivas de esta disciplina. Es decir, las competencias que desarrolla un coach son habilidades que están presentes, de una u otra manera, en muchos otros procesos de ayuda.

Tipos de coaching

A pesar de que el coaching es una disciplina nueva, en proceso de desarrollo, cuando hablamos de coaching lo hacemos de forma muy amplia. Es decir, dentro de este se pueden identificar distintos tipos de coaching.

Sin embargo, es importante no confundir los tipos de coaching con los distintos estilos o escuelas de coaching.

En el coaching en la actualidad existen dos metodologías opuestas: no directiva y directiva. Y en estas dos metodologías o formas de hacer coaching podemos encontrar tres escuelas principales que son: la escuela europea, norteamericana y sudamericana o la escuela de coaching ontológico.

Entonces, cuando hablamos de escuelas o estilos de coaching nos referimos a una corriente que ha surgido dentro del coaching. Pero, cuando hablamos de un coaching orientado a las empresas u organizaciones, nos referimos a un tipo de coaching.

Por lo tanto, los tipos de coaching tienen que ver con el contexto en el que este se aplica y con el público objetivo a quien va dirigido. Es decir:

  • Individual
  • Grupal y equipos
  • Organizacional (empresarial)

Y, el estilo o la escuela de coaching tiene que ver más con la corriente de coaching de la que esta proviene, y con el método que esta aplica (directivo o no directivo).

En resumen, a pesar de la ambigüedad que puede existir todavía en el coaching, esta disciplina no está orientada a ser un tratamiento psicológico o terapéutico. Y a pesar de que no está del todo establecida como una profesión, se ha demostrado que el coaching aporta beneficios en las distintas áreas en las que se ha aplicado.

Un proceso de coaching no busca sanar ningún tipo de enfermedad ni trastorno mental, sino que se orienta al desarrollo del potencial de las personas. Es por esto que esta disciplina se puede enmarcar dentro del crecimiento o del desarrollo personal.

El desarrollo personal y su incidencia en las personas

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El desarrollo en los seres humanos es algo natural y evidente, de una u otra manera, todo ser vivo crece o se desarrolla en algún sentido. Sin embargo, además de ser algo propio a cualquier ser vivo, el desarrollo en los seres humanos (más allá de un sentido biológico) tiene otro aspecto que tiene que ver con la necesidad de crecimiento y autorrealización en la vida.

A esta necesidad o búsqueda de las personas por crecer o superarse se la suele denominar desarrollo personal. Aunque la búsqueda de desarrollo personal siempre ha estado presente en los seres humanos, esta es una denominación que se comienza a utilizar más claramente a partir del siglo XX.

Cuando hablamos de desarrollo personal estamos hablando de un término amplio que no solo se limita a la autoayuda, sino que también es un servicio de ayuda profesional que se brinda a otras personas.

Al ser algo tan amplio y tan inherente al ser humano, el desarrollo o el crecimiento personal puede ser abordado prácticamente por cualquier disciplina, profesión, religión o filosofía. Por ejemplo, un proceso de coaching también puede considerarse un proceso de desarrollo personal.

En este sentido, el desarrollo personal se puede traducir en estudios y prácticas tanto formales como informales.

Qué es el desarrollo personal

El desarrollo personal es fundamentalmente un proceso de desarrollo de orden físico, intelectual o moral.

Es decir, la persona que busca desarrollarse personalmente lo que hace, de una u otra manera es, desarrollar o reforzar algún tipo de habilidad física o intelectual, o, cambiar o mejorar alguna conducta en relación a lo que es bueno o malo (moral), en función de su vida individual.

Lo que hoy se conoce o se define como desarrollo personal, inicialmente tenía una orientación más profunda o espiritual, y era algo que se encontraba más habitualmente en ámbitos religiosos y filosóficos. Este involucraba distintas prácticas que tenían como meta final orientarse más hacia el desarrollo del amor propio, descubrir el significado de la vida o desarrollar una sabiduría práctica que llevara a la felicidad o al bienestar.

En la actualidad, el desarrollo personal hace referencia a aquellas actividades que desarrollan el potencial de las personas y que mejoran su calidad de vida, o incluso su capacidad de resiliencia ante la vida. Y este no se limita solo a una etapa en la vida de la persona, sino que puede estar presente a lo largo de toda su vida.

Bajo esta idea de desarrollo personal podemos decir que una persona se puede desarrollar personalmente en muchos sentidos. Es decir, hay muchas áreas o aspectos en los que se puede llevar a cabo un proceso de desarrollo o crecimiento personal, por ejemplo, el desarrollo de un proyecto de vida.

Áreas de desarrollo personal

Estas son algunas de las principales áreas de vida relacionadas al desarrollo personal:

  • Autoconocimiento
  • Confianza en uno mismo
  • Motivación
  • Vocación
  • Fortalezas o talentos
  • Liderazgo
  • Comunicación interpersonal
  • Gestión del tiempo
  • Productividad
  • Relaciones interpersonales

Plan de desarrollo personal

Cualquier tipo de desarrollo (personal, empresarial, económico, etc.) requiere de organización, planificación, estrategias, es decir, un plan o un marco de trabajo que establezca lo que se quiere conseguir y cómo se conseguirá.

En este sentido, un plan de desarrollo personal es un plan de acción que permite establecer objetivos y medir y evaluar el progreso hasta su consecución.

Este plan de desarrollo personal principalmente te permite identificar y establecer:

  • Lo que quieres conseguir, es decir, tus metas y objetivos personales
  • Tus fortalezas y debilidades
  • Las áreas que necesitas mejorar y desarrollar
  • Lo que necesitas para conseguir tus objetivos
  • Los aspectos que pueden obstaculizar tu progreso o la consecución de tus metas

En definitiva, un plan de desarrollo personal es básicamente una forma organizada y estratégica de conseguir tus objetivos o de mejorar algún aspecto de tu vida. Es un proceso de crecimiento e incluso, de superación personal, que te puede permitir no solo mejorar un área de tu vida, sino mejorar tu calidad de vida en general.

Beneficios del desarrollo personal

En general, el beneficio principal que aporta el desarrollo personal es siempre un mayor bienestar o una mejor calidad de vida, ya sea que estés pasando por una crisis existencial o quieras resolver un problema laboral.

Al ser un concepto amplio, que puede ser abordado por distintas disciplinas y que puede llevarse a cabo en distintas áreas de la vida, los beneficios de dicho proceso de crecimiento personal pueden ser variados.

Algunos de los principales beneficios son:

  • Mejorar el autoconocimiento
  • Mejora de la autoestima
  • Mayor sentido de dirección
  • Identificación de motivaciones personales
  • Desarrollo o fortalecimiento de habilidades personales/profesionales
  • Desarrollo de planes de acción
  • Cambiar hábitos y salir de la zona de confort
  • Superar una crisis existencial
  • Mayor sentido de autorrealización

Importancia del desarrollo personal

La realidad o el mundo es creado por las distintas culturas y sociedades, las cuales están conformadas finalmente por personas. Por lo tanto, el desarrollo personal es importante, sobre todo si sirve como herramienta para una mayor conciencia, porque permite que las personas evolucionen hacia una mayor conciencia y, hacia una relación más consciente con su entorno.

Dicho de otro modo, el desarrollo personal o la evolución de los individuos es importante porque tiene un impacto directo en la forma en que se desarrolla o evoluciona la sociedad, el colectivo, y por lo tanto, el mundo.

Seres más desarrollados o evolucionados (principalmente más conscientes) crean un mundo más desarrollado o evolucionado (o más consciente). La idea de fondo del desarrollo personal es la de orientarse hacia un mayor bienestar y realización.

Sin embargo, ese “estar bien” en la vida siempre es importante que provenga del interior de cada individuo, y que sea lo predominante en este. Y en ese sentido, la percepción que tenga cada persona de sí misma, o el nivel de autoestima, definirá en gran parte ese grado de bienestar y realización interior.

Autoestima: la mirada hacia uno mismo

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El término autoestima hace referencia a la percepción y al sentido de valor o de valía personal que tiene una persona en general.

En psicología, muchos teóricos se han referido y han escrito sobre la autoestima y los factores que influyen en su desarrollo. Y uno de los psicólogos que ha hecho importantes aportes al estudio de la autoestima fue Morris Rosenberg, quien desarrolló la escala de autoestima.

La escala de autoestima de Rosenberg es un instrumento de medición de la autoestima, y aunque en un principio se utilizaba para medir la autoestima de los adolescentes, posteriormente se convirtió en una de las herramientas más utilizadas para la medición de la autoestima.

Qué es la autoestima

El concepto de autoestima varía dependiendo de la rama de la psicología que lo aborde. Es por esto que, la definición de autoestima o el significado de esta también variará según el enfoque psicológico.

En general, podemos decir que la autoestima es fundamentalmente la percepción y la valoración global que una persona tiene de sí misma. Y debido a que la autoestima se basa en percepciones y en valoraciones propias, esta no deja de ser una percepción subjetiva, muchas veces alejada de la realidad.

La autoestima hace referencia a como las personas se ven a sí mismas o a la imagen mental que estas tienen de sí mismas. El concepto de autoestima hace referencia a un proceso psicológico en el cual las personas nos formamos esa imagen de lo que somos, en función de los pensamientos o los juicios que hacemos con respecto a nuestra vida en general.

Por lo tanto, la autoestima es el resultado de aquellos juicios y valoraciones que las personas hacen de sí mismas a lo largo de su vida. Por lo que, esta no es algo rígido y tampoco innato, sino algo dinámico y que se construye en base a la historia personal de cada individuo.

Pilares de la autoestima

Los seis pilares de la autoestima son un conjunto de “prácticas de vida” propuestas por el psicoterapeuta Nathaniel Branden. Estas prácticas que el autor propone consisten en:

  1. La práctica de vivir conscientemente
  2. La práctica de aceptarse a uno mismo
  3. La práctica de aceptar responsabilidades
  4. La práctica de afirmarse a uno mismo
  5. La práctica de vivir con propósito
  6. La práctica de vivir con integridad

Con esto, Branden indica que tener una autoestima sana no consiste en desarrollar una imagen “excepcional” de sí mismo ni consiste en desarrollar habilidades “extraordinarias”. Simplemente, una autoestima sana significa tener una percepción y una valoración objetiva y realista de sí mismo.

Y para esto, Branden propone que los pilares de la autoestima son:

  1. Ser consciente de nuestro mundo interior y de la relación que tenemos con otros (vivir conscientemente).
  2. Reconocer nuestra propia dignidad (aceptarse a uno mismo).
  3. Asumir la responsabilidad de nuestro propio bienestar (ser auto responsable).
  4. Expresar adecuadamente nuestros valores y necesidades (autoafirmación).
  5. Plasmar nuestros deseos en la realidad (vivir con propósito).
  6. Ser congruentes interna y externamente (vivir con integridad).

Importancia de la autoestima

La autoestima es importante porque tiene que ver con la percepción, con la idea o con la imagen global de nosotros mismos. La autoestima está íntimamente vinculada con nuestra identidad, con lo que somos. Y, cuando lo que somos (nuestra identidad) se ve afectado, todos los ámbitos de nuestra vida se verán afectados, en mayor o menor grado.

En este sentido, una percepción negativa constante afectará a nuestra salud mental, lo cual inevitablemente tendrá consecuencias externas, en nosotros mismo y en nuestras relaciones.

Por lo que, la importancia de la autoestima está en que puede afectar o potenciar nuestro desarrollo como personas en general. Y esto no tiene que ver con el concepto o con el término en sí, sino con la conciencia que tenemos de lo que albergamos en nuestro interior.

Dejando de lado el término “autoestima”, es importante ser conscientes de aquellas ideas que alimentamos y a las que damos fuerza inconscientemente. Por lo que, es importante aumentar la autoestima, o mejor dicho, dejar de estar continuamente emitiendo juicios, críticas o haciendo valoraciones con respecto a lo que somos o no somos, o, a lo que hemos logrado o no logrado.

Todo ese “ruido” mental es lo que nos quita el equilibrio y el bienestar, y que luego provoca y agudiza los conflictos, la negatividad o los problemas de autoestima.  

Autoestima y autoconcepto

A pesar de que estos dos términos están estrechamente relacionados no hacen referencia a lo mismo. Ambos conceptos no son excluyentes sino que se complementan.

La autoestima, por un lado, hace referencia a una percepción más bien global, subjetiva y difícil de expresar, y esta está relacionada a una valoración positiva o negativa de dicha idea o percepción.

Por otro lado, el autoconcepto tiene que ver con las ideas que se pueden describir y expresar, está relacionado a los pensamientos y las creencias.

Por lo tanto, el autoconcepto son aquellas ideas que una persona tiene de sí, que son más o menos descriptivas. Y, la autoestima es la valoración de dicho autoconcepto, y a su vez, una percepción más global basada en vivencias personales.

Amor propio y autoestima

Como comentaba, la autoestima es una percepción y una valoración subjetiva que la persona tiene de sí misma, es lo que da origen a la idea o a la imagen que esta tiene de sí. Sin embargo, la autoestima no deja de ser precisamente eso, una idea, una imagen mental compuesta por pensamientos y emociones. Todo esto condicionado por las vivencias o la historia personal de la persona.

El amor, en esencia, no tiene nada que ver con un concepto, no tiene nada que ver con ideas en la cabeza. El amor o el verdadero amor es, fundamentalmente, un estado de conciencia.

A lo que se suele llamar amor habitualmente está relacionado más bien con un acto, como por ejemplo, los gestos de cariño o las demostraciones de afecto. Sin embargo, el amor en esencia no tiene que ver con hacer sino con ser. Es decir, no tiene que ver con las acciones sino con el estado de conciencia del que surgen dichas acciones. Es tu estado de conciencia el que guía tus acciones, no al revés.

Es por esto que el amor es “difícil” de definir o describir, ya que al ser un estado de conciencia tiene que ver con un reconocimiento interior, por lo tanto, es una experiencia personal, íntima, profunda.

Lo que se puede decir del verdadero amor o del amor en esencia es que es un estado de aceptación interior, y no un estado de conflicto interior. Y a dicho estado lo acompaña una calma, una paz o una quietud interior.

Entonces, cuando reconoces esto en tu interior o cuando “haces espacio” para que surja, en vez de “llenar” tu interior con juicios y valoraciones, puede surgir realmente el amor.

Por lo tanto, “quererse a sí mismo” es finalmente aceptarse a sí mismo. Aceptarse en el sentido de no albergar ni alimentar un estado de conflicto o negatividad interior. Una persona que realmente se ama, es una persona que está en paz y no en conflicto.

Diferencia entre confianza y autoestima

La confianza relacionada a la autoestima tiene que ver con la confianza en sí mismo o la autoconfianza. Y la confianza en sí mismo hace referencia al sentimiento de seguridad que una persona tiene de sí, especialmente con respecto a sus capacidades.

Esta autoconfianza es básicamente una esperanza firme, fuerte o estable de que se puede hacer o conseguir algo que se desea. Llevada a un extremo, ésta puede convertirse en orgullo, arrogancia o presunción.

La confianza en sí mismo está más relacionada a cosas concretas o puntuales. La autoestima al ser una imagen más global, esta contiene o engloba a la confianza en sí mismo. La autoestima es un estado o un sentimiento más generalizado en la persona, que involucra sus juicios, creencias y experiencias de vida.

Por supuesto, estos son solo términos que ayudan a hacer cierta diferenciación. No hay realmente un punto en que se diga “aquí está” la autoestima y “aquí está” la confianza.

Tipos de autoestima

Los tipos de autoestima son básicamente una clasificación de los distintos grados de autoestima que puede presentar una persona.

Autoestima alta

Este tipo de autoestima puede definirse como una “buena autoestima” o como una autoestima sana, ya que indica que la persona tiene un grado elevado de confianza en sí misma, percepción positiva y sentido de poder salir adelante en la vida. Y esto se ve reflejado también en una buena salud mental.

Autoestima media

Esta hace referencia a que en la persona hay cierta inestabilidad con respecto a su sentido de valía, satisfacción y capacidades. En este caso, el grado de autoestima varía entre una percepción fuerte y una percepción baja o insegura de sí mismo.

Autoestima baja

Este tipo de autoestima indica que la persona tiene predominantemente una visión de sí misma de incapacidad y una sensación de inseguridad, temor o poca valía.

Cuando se habla de problemas de autoestima se refiere básicamente a este tipo de autoestima, es decir, una baja autoestima que va acompañada principalmente de pensamientos negativos o de una percepción pesimista de sí mismo.

Además de estos tres tipos de autoestima, también se han propuesto otros tipos como: la autoestima inflada, la autoestima fuerte, alta e inestable, alta y estable o derrumbada o baja. Estos tipos provienen de otros autores (como Hornstein y Ross) que con el tiempo han ampliado esta teoría y han propuesto sus propios modelos con sus propias clasificaciones sobre la autoestima.

Por supuesto, asociada a la autoestima, a la percepción que una persona tiene de sí misma están las emociones. Los pensamientos, los juicios, las valoraciones de una u otra manera van acompañados de sensaciones corporales o de emociones.

Las emociones y el equilibrio interior

emociones

El estudio de las emociones siempre ha sido de gran interés para el ser humano, poder estudiar y analizar esa estrecha pero misteriosa relación entre cuerpo y mente ha sido algo de interés constante.

Sin embargo, a lo largo del tiempo no solo ha sido de interés el estudio de esas reacciones fisiológicas en el cuerpo, sino también, la capacidad para identificarlas y gestionarlas, y así desarrollar una mayor conciencia e inteligencia emocional.

Qué son las emociones

Las emociones son una reacción del cuerpo (reacción psicofisiológica) ante un estímulo interno o externo. Estas son estados afectivos, ya que afectan o alteran en mayor o menor grado nuestro estado interior.

Es decir, las emociones son la respuesta del cuerpo a los estímulos provenientes del entorno, pero también provenientes de la propia persona, es decir, desde su mente.

Dichas reacciones emocionales pueden ser innatas y automáticas o subjetivas, es decir, producto de juicios propios. Por otro lado, estas reacciones emocionales o alteraciones del ánimo son pasajeras y pueden tener distintos grados de intensidad.

Sentimientos y emociones

Las emociones suelen tener una mayor intensidad y una duración más breve. Por otro lado, los sentimientos suelen tener una menor intensidad pero una mayor duración, y estos son el resultado de las emociones.

Al ser más estables y duraderos en el tiempo, los sentimientos determinan el estado de ánimo de la persona. Sin embargo, estos carecen de esa fuerte conmoción somática (síntoma físico) más propia de las emociones. Es por esto que, gestionar una emoción como la ira suele ser más difícil de gestionar que un sentimiento de rabia, enojo o molestia.

Tanto emociones como sentimientos representan un estado afectivo del ánimo. Es decir, ambos afectan o alteran el estado de ánimo de la persona, la diferencia es que las emociones lo hacen con mayor intensidad y en un lapso de tiempo más breve, y los sentimientos lo hacen con menor intensidad y durante un lapso de tiempo más extenso.

Diferencia entre estados de ánimo y emociones

El estado de ánimo es una actitud o una disposición de la persona hacia su entorno. Se puede decir que es una forma de estar y que es prolongada en el tiempo.

Las emociones suelen ser intensas y tener una causa definida o identificable, y los estados de ánimo son de intensidad baja, poco específicos y es menos probable que surjan por un estímulo determinado.

Además, los estados de ánimo están más relacionados a la visión o a la forma que tiene la persona de ver las cosas, es por esto que están relacionados con la personalidad.

Tipos de emociones

Los tipos de emociones son básicamente clasificaciones que se han hecho sobre las distintas emociones. En este sentido, la clasificación principal que se hace es en base a: emociones primarias y secundarias.

Las emociones primarias o básicas son:

  • Miedo
  • Sorpresa
  • Asco o aversión
  • Ira
  • Alegría
  • Tristeza

Estas se clasifican como emociones primarias o básicas porque son emociones que están presentes en todo ser humano, independiente de la cultura en la que se encuentre.

Entre las emociones secundarias se pueden destacar:

  • La diversión
  • La satisfacción
  • La vergüenza
  • La culpa
  • El orgullo
  • Los celos
  • El desprecio

Este tipo de emociones se derivan de las emociones primarias, y a diferencia de las emociones primarias, las emociones secundarias están más determinadas por el contexto familiar y sociocultural de cada individuo.

Las emociones según Paul Ekman

El psicólogo estadounidense fue pionero en el estudio de las emociones. Después de realizar diversas investigaciones transculturales, Ekman desarrolló una lista de emociones básicas en base a expresiones faciales que son biológicamente universales en los seres humanos.

El listado de emociones básicas que Ekman estableció son las siguientes:

  • Alegría
  • Ira
  • Miedo
  • Asco
  • Sorpresa
  • Tristeza

Posteriormente, Paul Ekman amplía este listado de emociones con lo que él define como emociones positivas y emociones negativas.

Inteligencia emocional

Un aspecto importante en el ámbito de las emociones tiene que ver con identificarlas, pero también con saber gestionarlas.

La inteligencia emocional se refiere, por un lado, a la capacidad de reconocer las emociones propias y de los demás. Y, por otro lado, discriminar entre diferentes sentimientos e interpretarlos adecuadamente, y a su vez, saber gestionar las emociones para adaptarse al entorno.

Aunque el concepto de inteligencia emocional se hizo popular a través de Daniel Goleman, con la publicación de su libro inteligencia emocional, este término ya había sido propuesto y utilizado por otros autores.

En la teoría que plantea Goleman, este propone que existen cinco dimensiones dentro de la inteligencia emocional.

1. Autoconocimiento emocional

Ser consciente de las emociones y ser capaz de evaluarlas.

2. Autocontrol emocional

Desarrollar una mayor o mejor autorregulación de las emociones.

3. Automotivación

Orientar la motivación hacia cosas alineadas con necesidades y valores propios.

4. Reconocimiento de emociones en los demás

Reconocer el estado emocional de otro para responder de forma empática.

5. Relaciones interpersonales

Expresarse y relacionarse de forma equilibrada con los demás, sin imponerse pero tampoco sin permitir abusos.

Rueda de las emociones

Dentro de las distintas teorías de las emociones encontramos la de Robert Plutchik y su herramienta de la rueda de las emociones.

La rueda de las emociones es una herramienta visual con un diseño en forma de flor de ocho pétalos.

Esta herramienta forma parte de la teoría psicoevolutiva de las emociones de Robert Plutchik, y es un recurso gráfico que el autor creó para dar a conocer mejor su teoría de las emociones.

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Según Plutchik, las emociones se pueden agrupar en ocho categorías básicas, siendo el resto de emociones combinaciones de esas ocho categorías o emociones básicas.

En la rueda aparecen las ocho emociones básicas definidas por Plutchik:

  • Alegría
  • Tristeza
  • Anticipación
  • Sorpresa
  • Asco o aversión
  • Confianza
  • Ira
  • Miedo

El autor plantea que al interactuar entre ellas (las ocho emociones básicas) amplían el mapa emocional de la persona, dando origen al resto de emociones. Es decir, la combinación o mezcla de las emociones básicas da origen a emociones más complejas o avanzadas.

En la rueda de las emociones hay un total de 24 emociones, y estas surgen de las diferentes combinaciones que se dan entre ellas.

En la rueda las emociones están organizadas por:

Colores

El color indica la similitud que tienen ciertas emociones entre sí.

Capas

Las capas hacen referencia a la intensidad de cada emoción. Mientras más cerca del centro de la rueda mayor intensidad, y mientras más lejos del centro menor intensidad.

Relaciones

Esto hace referencia a la afinidad. Es decir, hay emociones que son afines y otras que son opuestas entre sí.

Los valores humanos y su influencia en las personas

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Algo que está muy relacionado al aspecto emocional son los valores humanos.

Los valores son aquellos objetos, materiales o inmateriales, que se vuelven importantes o valiosos por el significado que le atribuyen las personas. Y ese significado e importancia que se les atribuyen está ligado a lo emocional, al sentimiento, al sentir. Es decir, las personas definen o establecen lo que es importante o valioso, en parte, porque así lo sienten.

Aunque los valores son finalmente palabras, son palabras «cargadas de significado», por así decirlo. Y ese significado no proviene solo de un ejercicio intelectual, sino también de una experiencia sensorial.

Por ejemplo, que la justicia se considere un valor se debe a que las personas saben, experiencialmente («han sentido»), lo que es la injusticia.

Los valores humanos podemos decir que siempre han estado presentes en la humanidad, de una u otra manera, las personas siempre han establecido consciente o inconscientemente qué cosas son valiosas, importantes o fundamentales en la vida.

En el día a día las decisiones y las acciones de las personas se ven influenciadas en mayor o menor medida por lo que estas consideran importante o valioso. Es decir, los valores personales tienen una influencia significativa en la vida de cada individuo.

De una u otra manera, los principios y los valores sirven como una base en la que se construyen las distintas normas que rigen la conducta y la relación de las personas entre ellas y su entorno.

Qué son los valores

Los valores humanos a lo largo del tiempo han sido abordados desde distintas perspectivas y teorías, siendo definidos en un sentido general como aquello que es importante o valioso.

Por lo tanto, los valores son aquellos objetos inmateriales que los seres humanos consideran importantes o fundamentales que estén presentes en la vida, y que están relacionados con las normas para el buen vivir o para vivir en armonía.

De esta manera, todo elemento de la realidad social, espiritual y moral puede convertirse en un valor. Es decir, en algo que es valorizado o apreciado en algún sentido.

Sin embargo, dicha importancia o aprecio que puede adquirir aquello que se define como un valor, es establecido por los principios de las personas, que sirven como base o como criterios para las creencias, los juicios y las opiniones.

De esta manera, los valores se convierten en «normas» que guían el comportamiento y la vida de cada individuo y, finalmente, de cada sociedad. Podemos decir que, los valores sirven de base a las normas y las normas orientan las conductas.

Esto significa que los valores son intangibles y requieren de los actos para ser concretados. Su establecimiento y elección implica poseer o desarrollar criterios que ayuden a definir lo que realmente es importante para cada individuo y comunidad.

La importancia de los valores

La importancia de los valores radica en que son una manera de establecer y/o desarrollar una convivencia respetuosa y armónica entre las personas y su medio amiente.

Los valores, como el nombre lo indica, hacen referencia a lo que las personas valoramos o le damos importancia, porque finalmente ello nos aporta bienestar.

Sin embargo, los valores tienen una importancia compartida, es decir, es igual de importante poder llevarlos también a la práctica. Los valores como tal no son más que ideas, conceptos, si estos no se aplican o no se practican pierden su significado e importancia. Aquí puedes conocer más sobre la importancia y los beneficios de conocer los valores personales.

Es por esto que, la importancia de los valores no radica en los valores en sí, sino en su aplicación, pero más fundamentalmente, en el estado de conciencia de cada individuo.

Si las personas no son capaces de reconocer y albergar en sí mismas un estado de bienestar, dicha falta de bienestar se verá reflejada en todos los ámbitos de su vida. Y, los valores no serán más que algo enunciado, algo que se dice importante, pero que en la práctica es escaso o nulo.

Por lo tanto, lo verdaderamente importante es el reconocimiento de que lo importante es estar en paz, y no en conflicto. Desde ese entendimiento o nivel de conciencia no solo se identificarán los valores adecuados, sino que estos se expresarán y vivenciarán de forma mucho más natural.

Tipos de valores

Cuando hablamos de tipos de valores encontramos que no existe una clasificación única sino múltiples. Sin embargo, en la mayoría de las clasificaciones encontramos una diferenciación entre valores éticos y valores morales.

Una de las clasificaciones más comunes establece a los valores como: valores lógicos, éticos y estéticos. Por otro lado, los valores también se han agrupado en: objetivos y subjetivos. O, en valores inferiores (económicos y afectivos), intermedios (intelectuales y estéticos) y superiores (morales y espirituales).

Por ejemplo, dentro de los distintos tipos de valores encontramos una clasificación detallada de Marín Ibáñez (1976), en la cual el autor diferencia seis grupos:

  1. Valores técnicos, económicos y utilitarios
  2. Valores vitales (educación orientada a la salud)
  3. Valores estéticos (literarios, musicales, pictóricos)
  4. Valores intelectuales (humanísticos, científicos, técnicos)
  5. Valores morales (individuales y sociales)
  6. Valores trascendentales (cosmovisión, filosofía, religión)

En las distintas tipologías que se han establecido sobre los valores encontramos, principalmente, los siguientes tipos de valores.

Valores éticos

Es importante mencionar que, ética proviene del griego ethos, y este significa costumbres y carácter. Ethos, hace referencia al sistema de costumbres o de creencias valorativas de la vida, creencias y costumbres que pueden incidir en el carácter y en la personalidad.

Por lo tanto, la ética surge como una reflexión sobre cuál es el sistema de costumbres más adecuado para vivir.

De esta forma, los valores éticos son las costumbres o los hábitos que se requieren para vivir de una manera adecuada o para vivir de mejor manera la vida.

Es por esto que se dice habitualmente que los valores éticos son guías que rigen o regulan la conducta y los comportamientos, ya que estos influyen en la forma en la que cada persona se relaciona con su entorno.

Es decir, de una u otra manera cada individuo escoge o determina cuáles de esos valores éticos (o costumbres) influyen más en su vida, a la hora de decidir y actuar.

Valores morales

Tanto la ética como la moral hacen referencia a los sistemas de costumbres, a las prácticas o los valores de una comunidad. Sin embargo, la moral hace referencia al sistema de costumbres propios de una comunidad.

Por lo tanto, los valores morales son las costumbres, los hábitos o las prácticas que posee una determinada comunidad o grupo social. Y es lo que se considera como «bueno» para dirigir o juzgar el comportamiento o la convivencia dentro de una comunidad.

Los valores morales son aquellas prácticas que se consideran adecuadas socialmente para conservar la armonía o la estabilidad social.

Valores universales

Es importante recordar que el término valor hace referencia a aquello que una persona considera que es importante que sea apreciado, valorizado y promovido.

Por lo tanto, los valores universales son aquellos que tienen la misma importancia para todos o para la gran mayoría de personas.

Aunque valor universal es un concepto amplio, no exento de interpretaciones, podemos decir que los valores universales son comunes y compartidos por diversas culturas o grupos sociales.

Valores personales

Los valores personales son aquellos que cada persona considera importantes o fundamentales que estén presentes en su vida. Estos son valores que en parte definen la personalidad, el estilo de vida, los objetivos o las metas de una persona, entre otras cosas.

Al estar sujetos a las creencias, los juicios y las vivencias, los valores personales varían o evolucionan durante la vida de la persona.

Valores religiosos

Los valores religiosos son aquellos que son definidos y establecidos por las distintas religiones o dogmas religiosos. Y estos hacen referencia a las cualidades y virtudes que se consideran adecuadas o correctas en dicho ámbito religioso.

Listado de valores

Aquí tienes una breve lista de valores con ejemplos de los principales valores.

Valores éticos

Entre los valores éticos más relevantes se pueden encontrar:

  • Responsabilidad
  • Verdad
  • Justicia
  • Libertad
  • Paciencia

Valores morales

Entre los valores morales más relevantes se pueden encontrar:

  • Honestidad
  • Tolerancia
  • Compasión
  • Equidad
  • Respeto

Valores universales

Entre los valores universales más relevantes se pueden encontrar:

  • Amor
  • Amistad
  • Paz
  • Gratitud
  • Compasión

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