Autoestima y emociones: Dos pilares del bienestar personal

autoestima y emociones

La autoestima y las emociones son dos aspectos esenciales en la vida de cualquier persona, determinantes para su bienestar psicológico y emocional. Estos dos conceptos están intrínsecamente conectados y juegan un papel crucial en cómo experimentamos la vida, tomamos decisiones y nos relacionamos con los demás.

Mientras que la autoestima refleja cómo nos valoramos y percibimos, las emociones son las respuestas inmediatas y afectivas a los acontecimientos de nuestra vida. La autoestima influye en la manera en que interpretamos y manejamos nuestras emociones. Y las experiencias emocionales pueden reforzar o debilitar nuestra autoestima.

En este artículo exploraremos en profundidad la relación entre la autoestima y las emociones, destacando cómo se influyen mutuamente y las diferencias fundamentales entre ambos conceptos, Además, abordaremos los distintos aspectos del bienestar emocional en los que influye la autoestima.

¿Qué es la autoestima y qué son las emociones?

La autoestima es la percepción que una persona tiene de sí misma y, a su vez, la valoración que esta hace de esa percepción de sí misma. Cuando hablamos sobre qué es la autoestima, hablamos de una percepción global y que se vincula con el aspecto emocional-afectivo y con el ámbito social de la persona.

Esta percepción de sí mismo se desarrolla en función de los juicios que hacemos con respecto a nuestras vivencias personales en general. Esta no es innata ni rígida, sino dinámica y se genera a raíz de la historia de cada persona.

La autoestima hace referencia a la forma habitual de pensar, sentir y comportarse y es el resultado de los sentimientos y acciones que surgen a lo largo de la vida. Son estos juicios y valoraciones constantes los que van dando forma y sustentan esa percepción y sentimiento que se tiene sobre sí mismo.

Podemos decir que, la autoestima es de carácter socio-afectivo y tiene que ver con la percepción, la imagen, el autoconcepto y la propia estima (respeto, valoración) que tiene una persona de sí misma.

Sin embargo, la autoestima es un concepto y una definición hipotética dentro de una teoría científica, la cual intenta explicar un proceso psicológico complejo que se desarrolla a lo largo de la vida de las personas.

Y, ¿qué son las emociones?

Las emociones son una respuesta o una reacción fisiológica (del organismo) ante un estímulo que se puede originar producto de un estímulo interno o externo.

Esta respuesta o reacción se traduce en un estado afectivo, es decir, que nos afecta en algún sentido, que cambia o altera nuestro estado interior. Estas reacciones emocionales pueden ser innatas y espontáneas o estar condicionadas por experiencias previas.

Por otro lado, el grado de afectación o de alteración que produce una emoción en una persona viene dado, principalmente, por las creencias que ésta tiene del mundo y que utiliza para juzgar una situación concreta. Y esto, a su vez, influye en el modo en que experimenta dicha situación.

Por lo tanto, las emociones son experiencias subjetivas que pueden variar en intensidad y duración, y que están profundamente conectadas con la supervivencia, la adaptación y las interacciones sociales. Y estas tienen un impacto significativo en el comportamiento, el pensamiento y la toma de decisiones de una persona.

En qué se distinguen la autoestima y las emociones

La autoestima y las emociones son conceptos distintos pero interrelacionados en la psicología. La autoestima es la valoración general que una persona tiene de sí misma, basada en su autopercepción, y es relativamente estable a lo largo del tiempo. Es una construcción psicológica que influye en cómo una persona se ve, se valora y se siente en su vida diaria.

Por otro lado, las emociones son respuestas afectivas temporales a situaciones específicas, que pueden ser positivas o negativas, y que influyen en las reacciones inmediatas de una persona.

La función de la autoestima es proporcionar una base interna de seguridad y bienestar, lo que ayuda a las personas a enfrentar desafíos, tomar decisiones y mantener relaciones saludables. A largo plazo, la autoestima impacta la conducta y las decisiones de vida, mientras que las emociones actúan como señales que orientan el comportamiento y la toma de decisiones en el corto plazo.

Las emociones, por su naturaleza transitoria, surgen en respuesta a estímulos específicos y desaparecen o cambian rápidamente, mientras que la autoestima permanece más constante y afecta la autopercepción general.

Aunque la autoestima y las emociones son diferentes en su naturaleza y función, están estrechamente interconectadas. La autoestima influye en cómo se experimentan y manejan las emociones, y las emociones pueden afectar la autoestima a través de un ciclo de retroalimentación.

Por ejemplo, una autoestima sólida facilita la regulación emocional efectiva, mientras que las emociones positivas refuerzan una autoestima saludable. Sin embargo, mientras que la autoestima opera a nivel global y a largo plazo, las emociones son más inmediatas y específicas en su influencia sobre el comportamiento.

Si quieres profundizar más en este aspecto, en el artículo la diferencia entre autoestima y emociones podrás conocer más en profundidad sus diferencias.

Cuál es el vínculo entre autoestima y emociones

La relación entre la autoestima y las emociones es profunda y bidireccional. La autoestima, que es la valoración que una persona tiene de sí misma, influye significativamente en cómo se experimentan, manejan y expresan las emociones. Las personas con alta autoestima tienden a experimentar más emociones positivas como la alegría y el orgullo, y a manejar mejor las emociones negativas, como la tristeza o la ansiedad, gracias a su mayor confianza en su capacidad para enfrentar desafíos emocionales.

Por otro lado, las emociones también juegan un papel crucial en la formación y mantenimiento de la autoestima. Las emociones positivas, como la satisfacción y el amor propio, refuerzan una autoestima saludable, mientras que las emociones negativas, como la vergüenza o la culpa, pueden erosionarla. La forma en que una persona interpreta y regula sus emociones es fundamental para su autoestima, creando un ciclo en el que la autoestima y las emociones se retroalimentan mutuamente.

Finalmente, una autoestima equilibrada contribuye a un manejo emocional más efectivo, lo que a su vez refuerza la autoestima. Este ciclo positivo facilita un mayor bienestar emocional y mental, ayudando a las personas a navegar con éxito a través de las dificultades emocionales y a mantener relaciones saludables.

En contraste, la baja autoestima puede desencadenar un ciclo negativo de emociones, haciendo más difícil una autovaloración positiva y una regulación emocional adecuada.

La autoestima y el bienestar emocional

La autoestima está muy relacionada al bienestar emocional, ya que influye directamente en cómo una persona percibe, maneja y expresa sus emociones. Es por esto que es importante conocer y tener en cuenta cuáles son los principales aspectos del bienestar emocional en los que la autoestima influye.

Autopercepción y autoconcepto

La autopercepción, que hace referencia a la manera en que una persona se ve a sí misma, influye en cómo esta experimenta y reacciona ante las emociones. Por ejemplo, alguien con baja autoestima puede tener una autopercepción negativa que le haga sentir inseguridad o miedo ante situaciones sociales.

Por otro lado, el autoconcepto es la imagen que una persona tiene de sí misma. Por ejemplo, un autoconcepto positivo está asociado con una autoestima alta, lo que lleva a la persona a tener una mayor estabilidad emocional.

Manejo emocional

Otra manera en la que la autoestima influye a nivel emocional es a través del manejo de las emociones. La regulación o el manejo emocional, que es la capacidad de manejar o regular las emociones (como estrés, ansiedad, ira), está influenciada por la autoestima. Por ejemplo, una persona con buena autoestima tiende a tener mejores habilidades de regulación emocional.

En este sentido, las personas con alta autoestima suelen sentirse más cómodas expresando sus emociones de manera abierta y saludable, mientras que aquellas con baja autoestima pueden reprimir sus emociones o expresarlas de manera inadecuada.

Ciclo de emociones negativas

Otro aspecto en el que la autoestima y la emociones se influyen entre sí tiene que ver con los patrones emocionales negativos, como por ejemplo, la excesiva autocrítica. Las personas con baja autoestima pueden ser más propensas a la autocrítica y a quedar atrapadas en ciclos de emociones negativas como la culpa, la vergüenza o la tristeza.

Estos patrones emocionales negativos, a su vez, pueden llevar a la persona a caer en la ansiedad y depresión. Esto se debe a que, la baja autoestima y los patrones emocionales negativos están vinculados con un mayor riesgo de desarrollar trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión.

Resiliencia

La resiliencia es otro aspecto en el que la autoestima influye en el bienestar emocional. En la capacidad de recuperación de situaciones difíciles o traumáticas la autoestima juega un papel crucial en la resiliencia emocional, o la capacidad de recuperarse de experiencias negativas. Por ejemplo, una buena autoestima no solo permite enfrentar mejor los desafíos o dificultades, sino también, salir fortalecido de ellos.

Por otro lado está el optimismo, que se relaciona con la resiliencia. Una autoestima baja dificulta el desarrollo de una visión más optimista de las cosas. Pero, una autoestima saludable favorece una visión más optimista y esperanzadora ante la vida, lo que influye en la manera de manejar las emociones ante situaciones difíciles.

Autoaceptación y autocompasión

Es importante ir más allá de las emociones y tener en cuenta que la autoestima no solo se vincula con la emoción del momento, sino también con un estado más profundo de aceptación. Un estado de aceptación interior está relacionado con la autoestima, y a su vez, está relacionado con un mayor bienestar emocional. Moverse desde un estado de aceptación en vez de un estado de conflicto interior, es esencial para una salud emocional equilibrada.

Esto también fomenta en la persona un mayor sentido de la compasión, que no solo se ve reflejado en sí misma, sino que le permite a la persona ser más compasiva y bondadosa con los demás, reduciendo el surgimiento de emociones negativas.

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Autoeficacia y autodeterminación

La autoeficacia, o la creencia en la capacidad de uno mismo para manejar situaciones, está estrechamente ligada a la autoestima. Las personas con alta autoestima suelen sentir que pueden manejar mejor sus emociones ante distintas situaciones, lo que fortalece su bienestar emocional.

Y esto a su vez se relaciona y promueve la autodeterminación, donde las personas toman decisiones basadas en sus propios valores y emociones, en lugar de buscar la aprobación de los demás.

Estos temas son interdependientes y reflejan cómo la autoestima y las emociones se influyen mutuamente, creando un ciclo que puede ser positivo o negativo, dependiendo de la salud de la autoestima de la persona.

Finalmente…

La autoestima y las emociones son una parte integral de la salud mental y el bienestar general de una persona. Estas se reflejan en el exterior y tienen un impacto profundo en todos los aspectos de nuestra vida. Es por esto que, cultivar una autoestima saludable y gestionar de manera equilibrada nuestras emociones es esencial para vivir una vida más plena y satisfactoria.


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