

La frustración desde un aspecto psicológico es la respuesta emocional hacia una situación en la que un deseo o necesidad no se ve satisfecha. Y una mala gestión de este sentimiento puede llevar a una baja tolerancia a la frustración.
La frustración hace referencia sobre todo a un sentimiento que está relacionado con emociones como la ira y la decepción. Por otro lado, el grado de intensidad y de recurrencia de dicha frustración dependerá de cada persona, de su propia personalidad y de sus experiencias de vida.
Qué causa la frustración
El origen de la frustración se encuentra en la falta de aceptación de las situaciones. Esa resistencia interior ante lo que ocurre es la base en la que se sustenta la frustración.
Las ideas y las expectativas que tienen la personas con respecto a las cosas o a la vida en general, es el factor fundamental y determinante para que surja el sentimiento de frustración. Esas ideas y expectativas de como tienen que ser las cosas genera una determinada visión de la vida que se puede volver muy rígida, y a la cual la persona puede estar muy apegada.
Entonces, cuando esa persona se topa con una situación que no se ajusta a sus expectativas se produce el conflicto y, muy probablemente la frustración. Es decir, me frustro porque no consigo lo que quiero o porque las cosas no son como lo esperaba, lo que es lo mismo. Y lo que subyace debajo de ese sentimiento es una falta de aceptación.
Por lo tanto, la causa de la frustración no radica en la situación o en lo que ocurre, sino en las ideas que se tiene de las cosas. Ideas que, aceptan unos resultados y rechazan otros.
Es por esto que es importante estar abierto a lo que ocurre en nuestra vida, porque finalmente no podemos controlar ni evitar que algo ocurra. Cuando algo no sucede de la manera que esperábamos existen dos opciones: aceptarlo o rechazarlo. La aceptación siempre deja la puerta abierta al bienestar y la tranquilidad, el rechazo o la negación cierra esa puerta y permite que surja la frustración.
Qué es la tolerancia a la frustración
La tolerancia a la frustración en esencia está relacionada a la capacidad de la persona de aceptar lo que ocurre. En concreto, aceptar internamente que una situación no es como te gustaría que fuese y en la que no es posible conseguir lo que esperabas.
Esta capacidad te permite aceptar las emociones y los sentimientos que surgen en vez de reaccionar y dejarte llevar por ellos. Y a su vez, aceptar las situaciones tal como se presentan.
La frustración suele estar asociada al sentimiento que se produce producto de no haber conseguido algo o no haber satisfecho algún deseo. Esto es producto de poner excesivamente nuestra felicidad y satisfacción en cosas, en objetos, por lo que, cuando no conseguimos aquello sufrimos, o en este caso, nos frustramos.
Entonces, tolerar la frustración en estricto rigor tiene que ver con permitir o soportar (que en el fondo es aceptar) la situación y la sensación de frustración. Esto evita que nos quedemos estancados en emociones y pensamientos negativos y derrotistas, que con el tiempo se pueden ir agudizando y generando dicho sentimiento de frustración. En el artículo sobre cómo manejar la frustración podrás conocer las claves esenciales para superar este sentimiento.
Qué es la baja tolerancia a la frustración
Lo que se conoce como poca o baja tolerancia a la frustración es producto de la incapacidad o de la dificultad de la persona para dejar de lado una perspectiva rígida de las cosas y aceptar lo que ocurre tal cual se presenta.
Esta dificultad para tolerar o aceptar las circunstancias como se presentan es algo que a menudo se arrastra desde la niñez, y que está relacionado con el desarrollo emocional durante la infancia. Y esto se va agudizando, principalmente, debido a los rasgos personales que desarrolla la persona como: inmadurez, dependencia, ansiedad y rigidez.
Factores que influyen en la baja tolerancia a la frustración
Los dos factores principales que influyen en una baja tolerancia a la frustración son:
Personalidad
En un sentido psicológico, podemos decir que el temperamento y la personalidad que va desarrollando la persona es un aspecto importante. Estos dos aspectos tienen que ver con la forma en la que la persona afronta las situaciones e interactúa con otros.
Si la persona no desarrolla la capacidad de gestionar de forma adecuada o equilibrada sus emociones es más probable que se vea dominada por ellas. Y si desarrolla una forma de ver las cosas poco objetiva y poco constructiva, exacerbando las dificultades, es más probable que tenga baja tolerancia a la frustración.
Familia
La familia influye en un sentido directo, es decir, los padres durante la infancia y adolescencia son personas muy influyentes en el desarrollo de los hijos. Y si los padres no tienen un buen manejo emocional, inconscientemente, lo transmiten y lo fomentan en sus hijos.
Una crianza en la que los padres constantemente pasan por alto las frustraciones de sus hijos, ya sea porque no las atienden o porque las evitan para no hacerle “sufrir”, es un factor que luego incide en la persona a la hora de afrontar dificultades en su vida.
Es importante mencionar que la frustración no es algo que surge de una manera aislada a otros aspectos de la persona y aspectos de su vida, sino lo contrario. La frustración puede ser consecuencia de otras cosas y volverse un sentimiento más bien acumulativo. Es por esto que, así como es importante poner atención al desarrollo emocional en la infancia, también es importante poner atención al desarrollo emocional en la adolescencia.
Síntomas de baja tolerancia a la frustración

Cuando hablamos de baja tolerancia a la frustración hablamos de síntomas que son recurrentes, evidentes y que limitan y generan conflicto en la vida de la persona en algún sentido.
Por lo que, los principales síntomas de que existe una baja tolerancia a la frustración son:
Agresividad
Esto se debe principalmente a que la frustración va acompañada de emociones como la rabia, el enojo o la ira. Por lo que, la persona como reacción al hecho de no poder conseguir lo que desea puede actuar con agresividad. La frustración mal gestionada en el tiempo puede desembocar en reacciones o comportamientos más graves. Es por esto que es importante saber cómo controlar la ira o el enojo para que dichos estados de agresividad no tengan consecuencias más graves.
Evitar situaciones
La evitación de situaciones o actividades es otro síntoma común cuando existe poca tolerancia a la frustración. Lo que hay detrás de esto suele ser una sensación de inseguridad e incapacidad, lo cual lleva a la persona a evitar ciertas situaciones o actividades para evitar la frustración.
Estrés y ansiedad recurrente
La tensión, la impaciencia, las conductas nerviosas, la irritabilidad que provocan el estrés y la ansiedad es otro síntoma de que puede estar presente una baja tolerancia a la frustración. La continua sensación de incapacidad, de no poder salir adelante, de no saber afrontar y superar determinadas situaciones genera frustración e impotencia. Y esto suele volver recurrente el estrés y la ansiedad.
Desmotivación y sensación de incapacidad
Así como la poca tolerancia a la frustración puede generar enojo o ira, esta también tiende a mermar la confianza de la persona. Por lo que, se suele sentir continuamente incapaz de conseguir sus objetivos y producto de esto puede evitar planteárselos. Es por esto que suele surgir un estado de desmotivación y de decepción en la persona.
Pensamientos negativos
Otro síntoma común que acompaña a la baja tolerancia a la frustración son los pensamientos negativos y catastrofistas. Es decir, la persona desarrolla una mirada de las cosas en la que distorsiona la realidad, con expectativas irracionales o poco realistas. Además, tiene un pensamiento poco flexible, en el que no hay lugar para imprevistos ni dilaciones. Y todo esto se acrecienta cuando vive situaciones en las que no consigue lo que desea.
Características de personas con baja tolerancia a la frustración

Estas son las principales características que presentan las personas con baja tolerancia a la frustración.
Dificultad para gestionar emociones
Cuando tienen que enfrentar situaciones en las que no ocurre lo que esperaban, en las que hay cambios imprevistos o en las que es necesaria la espera, estas suelen reaccionar de forma agresiva, con un enojo o ira explosiva o con retraimiento y decepción marcados. Es por esto que, es necesario saber manejar las emociones, de esta manera podemos dejar de ser dominados por esos patrones emocionales inconscientes.
Impulsividad e impaciencia
Algo característico de la baja tolerancia a la frustración es que la dificultad para manejar las emociones vuelve a las personas impulsivas y, la necesidad por querer las cosas de forma inmediata las vuelve impacientes e intolerantes. Y esto está muy relacionado con la necesidad de buscar gratificación inmediata.
Ansiedad
Una característica de las personas con poca tolerancia a la frustración es que tienen mayores posibilidades de desarrollar cuadros de ansiedad o depresión a lo largo del tiempo. La ansiedad suele ser un estado recurrente, sobre todo en situaciones conflictivas o cuando se enfrentan a dificultades.
Rigidez
Las personas con poca tolerancia a la frustración se suelen volver muy inflexibles, les cuesta adaptarse a las circunstancias o a los cambios y tienen un pensamiento radical. Demandan o exigen sus necesidades, pero suelen considerar injusto aquello que va en contra de sus deseos. Les cuesta comprender el porqué no consiguen lo que desean.
Desmotivación y decepción
Otra característica de baja tolerancia a la frustración es la tendencia a desmotivarse o decepcionarse con facilidad ante resultados no esperados o adversos. Lo característico de esto es que consiste en una desmotivación y una decepción más profunda y duradera, de la que le cuesta reponerse a la persona.
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