Baja tolerancia a la frustración – Conoce sus causas y características

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La frustración desde un aspecto psicológico es la respuesta emocional hacia una situación en la que un deseo o necesidad no se ve satisfecha. Y una mala gestión de este sentimiento puede llevar a una baja tolerancia a la frustración.

La frustración hace referencia sobre todo a un sentimiento que está relacionado con emociones como la ira y la decepción. Por otro lado, el grado de intensidad y de recurrencia de dicha frustración dependerá de cada persona, de su propia personalidad y experiencias de vida.

Qué es la baja tolerancia a la frustración

¿Qué significa baja tolerancia a la frustración?

La frustración es el sentimiento de insatisfacción, de decepción o de fracaso producto de una situación en la que no se consigue lo que se esperaba o no se cumple un determinado propósito.

Entonces, ¿qué es tener baja tolerancia a la frustración?

Lo que se conoce como poca o baja tolerancia a la frustración es la incapacidad o la dificultad de la persona para dejar de lado una perspectiva rígida de las cosas y aceptar lo que ocurre tal cual se presenta.

Esta dificultad para tolerar o aceptar las circunstancias como se presentan es algo que a menudo se arrastra desde la niñez, y que está relacionado con el desarrollo emocional durante la infancia. Y esto se va agudizando, principalmente, debido a los rasgos personales que desarrolla la persona como: inmadurez, dependencia, ansiedad y rigidez.

Causas de la baja tolerancia a la frustración

Las principales causas de la baja tolerancia a la frustración son las siguientes:

Personalidad

Una de las principales causas de la baja tolerancia a la frustración tiene que ver con la propia personalidad de la persona.

En un sentido psicológico, podemos decir que el temperamento y la personalidad que va desarrollando la persona es un aspecto importante que incide en el surgimiento y/o gestión de la frustración. Estos dos aspectos tienen que ver con la forma en la que la persona afronta las situaciones e interactúa con otros.

Si la persona no desarrolla la capacidad de gestionar de forma adecuada o equilibrada sus emociones es más probable que se vea dominada por ellas. Y si desarrolla una forma de ver las cosas poco objetiva, exacerbando las dificultades, es más probable que tenga baja tolerancia a la frustración.

Familia

La familia suele ser otra de las causas de la baja tolerancia a la frustración. Esta influye en buena parte en como una persona aborda o gestiona sus emociones. Los padres durante la infancia y la adolescencia son personas muy influyentes en el crecimiento de sus hijos.

Los niños aprenden de sus padres en gran parte en base a las conductas y comportamientos de estos, y si el adulto no tiene un buen manejo emocional o no gestiona bien las frustraciones, inconscientemente, le transmitirá eso a sus hijos. Es decir, si los padres son incompetentes en el manejo de la frustración probablemente el niño también lo será, ya que para los niños los padres son de una u otra manera un modelo a seguir.

Una crianza en la que los padres constantemente pasan por alto las frustraciones de sus hijos, ya sea porque no las atienden o porque las evitan para no hacerle “sufrir”, es un factor que luego incide en la persona a la hora de afrontar dificultades en su vida.

Es importante mencionar que la frustración no es algo que surge de una manera aislada a otros aspectos sino lo contrario. La frustración puede ser consecuencia de otras cosas y esta puede volverse un sentimiento más bien acumulativo. Es por esto que, así como es importante poner atención al desarrollo emocional en la infancia, también es importante poner atención al desarrollo emocional en la adolescencia.

Gestión emocional

Muy relacionado a los aspectos anteriores, la dificultad para expresar y/o gestionar emociones es otra de las causas de la poca tolerancia a la frustración.

Por un lado, la dificultad en la gestión emocional, ya sea expresar, identificar o reconocer emociones, en conjunto con la idea de que expresar emociones desagradables es algo que debe evitarse, fomentan la baja tolerancia a la frustración.

Y, por otro lado, la agresividad, la “explosividad” o el nulo manejo de las emociones cuando estas surgen también mantiene y fomenta el surgimiento de estas, en este caso la frustración.

Por lo tanto, la dificultad de expresión y la mala gestión de la frustración (poco autocontrol), es un patrón que no solo causa sino que mantiene la baja tolerancia a la frustración.

Entorno social

Otra de las principales causas de la poca tolerancia a la frustración tiene que ver con el entorno social en el que se desenvuelve la persona.

Un entorno social excesivamente exigente o represivo, no solo puede causar sino también fomentar la frustración en la persona, y por lo tanto, incrementar la incapacidad para gestionar situaciones difíciles o desafiantes.

Un entorno social (escuela, universidad, trabajo, relaciones, etc.) demasiado conflictivo, en conjunto con las propias características de la persona y su crianza familiar, tiende a influir significativamente en la dificultad para manejar la frustración.  

¿Qué tipo de consecuencias genera la baja tolerancia a la frustración?

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Estas son las principales características de personas con poca tolerancia a la frustración.

Dificultad para gestionar emociones

Cuando tienen que enfrentar situaciones en las que no ocurre lo que esperaban, en las que hay cambios imprevistos o en las que es necesaria la espera suelen reaccionar de forma agresiva, con un enojo o ira explosiva o con retraimiento y decepción marcados. Es por esto que, es necesario saber manejar las emociones, de esta manera podemos dejar de ser dominados por esos patrones emocionales inconscientes.

Impulsividad e impaciencia

Otra de las consecuencias de la baja tolerancia a la frustración tiene que ver con la impulsividad.

Algo característico de baja tolerancia a la frustración es que la dificultad para manejar sus emociones los vuelve impulsivos y la necesidad por querer las cosas de forma inmediata los vuelve impacientes y también intolerantes. Esto está muy relacionado con la necesidad de buscar gratificación inmediata.

Ansiedad

La ansiedad es también una consecuencia de la poca tolerancia a la frustración.

Una característica de las personas con poca tolerancia a la frustración es que tienen mayores posibilidades de desarrollar cuadros de ansiedad o depresión a lo largo del tiempo. La ansiedad suele ser un estado recurrente, sobre todo en situaciones conflictivas o cuando se enfrentan a dificultades.

Rigidez

Las personas con poca tolerancia a la frustración se suelen volver muy inflexibles, les cuesta adaptarse a las circunstancias o a los cambios y tienen un pensamiento radical. Demandan o exigen sus necesidades, pero suelen considerar injusto aquello que va en contra de sus deseos. Les cuesta comprender el por qué no consiguen lo que desean.

Desmotivación y decepción

La desmotivación es otra de las consecuencias de la baja tolerancia a la frustración.

Otra característica de baja tolerancia a la frustración es la tendencia a desmotivarse o decepcionarse con facilidad ante resultados no esperados o adversos. Lo característico de esto es que consiste en una desmotivación y una decepción más profunda y duradera, de la que le cuesta reponerse a la persona.


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