
Las emociones cognitivas son aquellas que involucran la cognición (conocimiento, entendimiento), por lo que estas tienen un rol activo en los procesos racionales de los seres humanos. Y, el carácter cognitivo de estas emociones implica, en mayor o menor grado, ser capaz de conocer, entender o evaluar lo que se siente.
Esto significa que estas emociones hacen referencia al componente cognitivo, es decir, el pensamiento, el juicio, las creencias como el componente principal. Y esto hace referencia a que las emociones están condicionadas por la forma en que se percibe y se evalúan las circunstancias.
Qué son las emociones cognitivas
Las emociones cognitivas son aquellas que emergen o se modulan a través de procesos cognitivos complejos, como la evaluación, el razonamiento, la interpretación de situaciones o la comparación social. Las emociones cognitivas requieren un nivel de procesamiento mental que involucra la reflexión, la autoconciencia y, en muchos casos, el contexto cultural o social.
Si las emociones en sí son una alteración del ánimo pasajera y que va acompañada de algún tipo de reacción somática o fisiológica (corporal). Las emociones cognitivas son una alteración del ánimo que también va acompañada de algún tipo de reacción fisiológica, pero que tienen un componente predominantemente cognitivo. Es decir, lo que constituye en gran parte a estas emociones son los juicios o los pensamientos. El valorar de determinada manera una situación.
Estas emociones se generan cuando evaluamos una situación en función de nuestras creencias, expectativas o normas internas. Es por esto que, este tipo de emociones están asociadas al aprendizaje y a la cultura del individuo, y no son estados emocionales claramente identificables, como las emociones básicas, que suelen ser respuestas automáticas y universales a estímulos específicos.
Por ejemplo, sentimos culpa cuando creemos que hemos actuado en contra de nuestros principios morales; experimentamos orgullo cuando reconocemos que nuestros logros tienen un valor positivo según nuestros estándares o los de la sociedad.
En este sentido, las emociones cognitivas son aquellas que tienen un rol activo en la racionalidad de las personas porque, según las teorías cognitivas, éstas se entienden como estados cognitivos. Por lo que, estas no son una mera sensación corporal, sino que implican un proceso evaluativo o cognitivo (ideas, juicios, creencias) sobre las circunstancias.
Las emociones cognitivas son consideradas emociones secundarias ya que se derivan de la combinación de emociones básicas y de juicios y creencias. Por lo que, las emociones cognitivas no son fácilmente identificables, ya que no están asociadas a una expresión facial o corporal definida.
Características de las emociones cognitivas
Las emociones cognitivas se distinguen de otras formas de emoción por su origen mental y su nivel de complejidad. A continuación detallamos sus principales características:
1. Requieren evaluación mental o interpretación
A diferencia de las emociones básicas, que pueden surgir de forma automática ante un estímulo, las emociones cognitivas dependen de cómo interpretamos una situación. No es el hecho en sí lo que las provoca, sino el significado que le atribuimos.
2. Están influenciadas por creencias, valores y normas sociales
Estas emociones se basan en sistemas personales y culturales de juicio. Por ejemplo, alguien puede sentir culpa si ha infringido una norma que considera importante, o desprecio hacia alguien que ha transgredido valores sociales.
3. Involucran conciencia de uno mismo y del otro
Las emociones cognitivas suelen implicar una autoevaluación (como en el orgullo o la vergüenza) o una evaluación del comportamiento ajeno (como en la compasión o el desprecio). Esto requiere cierto nivel de autorreflexión y empatía.
4. Son cultural y socialmente moldeadas
Aunque tienen una base emocional universal, su forma y expresión pueden variar mucho según el contexto cultural. Por ejemplo, lo que causa vergüenza o remordimiento en una cultura puede no tener el mismo efecto en otra.
5. Tienden a ser más duraderas y complejas
Debido a que se sostienen en procesos mentales más elaborados, estas emociones suelen durar más que las emociones básicas, ya que son más propensas a transformarse en sentimientos. Además, pueden coexistir con otras emociones e incluso generar conflictos internos, como sentir orgullo y culpa al mismo tiempo por una misma acción.
6. Desempeñan un papel clave en la autorregulación y la toma de decisiones
Las emociones cognitivas ayudan a guiar el comportamiento en función de nuestras metas, relaciones y principios. Por ejemplo, el remordimiento puede motivar a reparar un daño, y el orgullo puede impulsar a mantener una conducta positiva.
Ejemplos de emociones cognitivas
Si estás buscando ejemplos de emociones cognitivas, a continuación se describen algunos de los ejemplos más representativos:
- Culpa: Aparece cuando una persona cree haber violado sus principios morales o haber causado daño a otros. Requiere conciencia de responsabilidad y reflexión sobre el acto cometido.
- Orgullo: Se experimenta al reconocer un logro propio como valioso o digno de admiración. Está estrechamente relacionado con la autoestima y la percepción del mérito.
- Celos: Nacen de la comparación con otra persona cuando se percibe una amenaza hacia una relación significativa o hacia el propio valor personal. Involucran pensamientos sobre pérdida y rivalidad.
- Desprecio: Implica un juicio negativo hacia otra persona basada en estándares morales o sociales. Requiere comparar, evaluar y concluir que alguien es inferior o indigno de respeto. Se vincula con la moralidad y la percepción del estatus.
- Vergüenza: Surge cuando alguien siente que ha fallado frente a los estándares sociales o personales. Implica una preocupación por cómo uno es percibido por los demás.
- Envidia: Aparece cuando se desea lo que otra persona tiene y se siente malestar por no poseerlo. A menudo se acompaña de comparaciones sociales y juicios personales.
- Remordimiento: Muy cercana a la culpa, el remordimiento implica evaluar que se ha tomado una mala decisión, especialmente cuando uno cree que podía haber actuado de otra forma. Involucra retrospección, responsabilidad y juicio moral.
- Decepción: Surge cuando las expectativas no se cumplen. Implica una evaluación entre lo esperado y lo obtenido. Es una respuesta ante la discrepancia entre lo que se deseaba y lo que realmente ocurrió.
Recuerda que las emociones cognitivas no son estados emocionales claramente identificables, como lo serían las emociones básicas y universales de miedo, asco, alegría, etcétera.
Y, aunque no son fácilmente identificables, es importante no confundir una emoción cognitiva con una actitud o una creencia. Por ejemplo, el optimismo, que es más bien una disposición emocional o actitud positiva hacia el futuro, o, el fatalismo, que es más bien una creencia de que todo está determinado por el destino y no se puede cambiar, estas no son emociones en estricto rigor.
Los ejemplos anteriores muestran que las emociones cognitivas no surgen simplemente por estímulos externos, sino por cómo interpretamos esos estímulos a la luz de nuestras experiencias, creencias y objetivos personales. Además, su complejidad las hace especialmente relevantes en el ámbito social, moral y educativo.
Teorías cognitivas de las emociones
Las emociones han sido objeto de estudio de variados autores, lo cual ha llevado al surgimiento de diferentes teorías sobre lo emocional, entre ellas las teorías cognitivas o cognitivistas.
Así como algunas teorías conciben las emociones como fenómenos corporales, de manera general, las teorías cognitivas conciben las emociones como estados cognitivos. Es decir, estas hacen énfasis en los aspectos cognitivos de las emociones, entendiéndolas como juicios (pensamientos, creencias, etc.) sobre el mundo.
Las teorías cognitivas identifican las emociones con juicios, ideas y pensamientos, con los cuales se valora el mundo. Y, estas proponen que estas emociones influyen en la racionalidad de las personas al tomar decisiones. Estas teorías sostienen que las emociones no son simplemente reacciones automáticas a estímulos, sino que surgen a partir de cómo interpretamos o valoramos mentalmente las situaciones.
Una de las figuras más destacadas en este campo es Richard Lazarus, quien propuso que toda emoción depende de una evaluación cognitiva previa. Según su teoría, primero interpretamos si una situación es relevante para nuestros objetivos o bienestar, y luego generamos una respuesta emocional acorde. Por ejemplo, si alguien recibe una crítica, puede interpretarla como una amenaza a su autoestima y, en consecuencia, sentir vergüenza o enfado.
Otra autora importante es Magda Arnold, pionera en proponer que las emociones se originan en la percepción evaluativa de los estímulos. Según su enfoque, no reaccionamos emocionalmente ante un estímulo simplemente por lo que es, sino por lo que significa para nosotros.
También destaca la teoría de la atribución emocional, desarrollada por Bernard Weiner, que plantea que las emociones cognitivas están fuertemente influidas por las atribuciones que hacemos sobre las causas de los eventos. Por ejemplo, sentir orgullo cuando atribuimos nuestro éxito a nuestro esfuerzo personal, o sentir vergüenza si atribuimos un fracaso a una falta de capacidad propia.
Estas teorías coinciden en que las emociones cognitivas son producto de un análisis mental consciente o semiconsciente, y que no pueden entenderse sin considerar el contexto psicológico y social de la persona que las experimenta.
Función e importancia de las emociones cognitivas
Las emociones cognitivas están presentes en múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana, influyendo en cómo actuamos, decidimos, nos relacionamos y aprendemos. Aunque muchas veces no somos plenamente conscientes de ellas, estas emociones desempeñan un papel clave en nuestra adaptación al entorno social y en la construcción de nuestra identidad personal.
En las relaciones interpersonales
Emociones como la culpa, el remordimiento o la gratitud son fundamentales para mantener relaciones saludables. Sentir culpa después de una discusión puede llevarnos a reflexionar y buscar una reconciliación. La gratitud fortalece los vínculos afectivos y fomenta el apoyo mutuo.
De manera similar, los celos en una relación romántica pueden surgir al interpretar una interacción como una amenaza, lo que resalta cómo las evaluaciones cognitivas dan forma a las dinámicas afectivas.
En el entorno laboral o académico
El orgullo por un logro puede aumentar la motivación y reforzar la autoestima, mientras que la decepción ante un mal resultado puede impulsar una revisión de estrategias y fomentar el aprendizaje. También, emociones como el desprecio o la vergüenza pueden tener un impacto significativo en la dinámica grupal y en el rendimiento individual.
Estas emociones guían la motivación, la productividad y la satisfacción laboral. Por ejemplo, un líder que fomenta el orgullo colectivo en su equipo puede mejorar el desempeño grupal.
En la toma de decisiones
Muchas decisiones personales están guiadas por emociones cognitivas. Por ejemplo, alguien que siente remordimiento por una mala elección pasada puede ser más cuidadoso en el futuro. Del mismo modo, el optimismo (aunque no es una emoción en sentido estricto) puede influir en una actitud esperanzada frente a nuevas oportunidades.
Las emociones cognitivas desempeñan un papel crucial en las elecciones cotidianas. Por ejemplo, la anticipación de arrepentimiento puede disuadir a alguien de tomar una decisión arriesgada. Por otro lado, la expectativa de satisfacción puede impulsar a una persona a aceptar una oportunidad, como mudarse a otra ciudad por un nuevo trabajo. Estas emociones actúan como guías internas, ayudando a sopesar riesgos y beneficios.
En el juicio moral y social
El desprecio por conductas que consideramos inmorales, o la compasión hacia quienes sufren injusticias, forman parte de nuestra vida como seres sociales. Estas emociones nos ayudan a evaluar lo que es correcto o incorrecto según nuestros principios y el contexto en el que vivimos.
En definitiva, las emociones cognitivas no solo nos ayudan a interpretar y reaccionar ante lo que sucede, sino que también moldean nuestra conducta, nuestras relaciones y nuestro bienestar psicológico a largo plazo. Comprenderlas y gestionarlas conscientemente puede mejorar significativamente nuestra calidad de vida.
Finalmente…
Por lo tanto, las teorías cognitivas de las emociones hacen referencia a que la cognición (juicios, pensamiento, etc.) tienen un rol importante en la formación de las emociones. Dicho de otra forma, estas teorías proponen que las emociones no están determinadas tanto por la situación, sino por la manera en la que se perciben dicha situación.
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